miércoles, 24 de noviembre de 2010

Las lámparas Tiffany

Una afortunada coincidencia quiso que se conociesen Louis Comfort Tiffany (1848-1933), uno de los principales impulsores del movimiento Art Nouveau, y Thomas Edison, el inventor de la bombilla eléctrica. Tiffany pensó que la bombilla podía aplicarse con éxito a lámparas de mediano y pequeño tamaño, cuyos cristales tamizarían la luz de forma maravillosa: La lámpara Tiffany había nacido.


En una época en la que la industrialización y la máquina hacían furor, uno de los anhelos de los artistas modernistas era volver a la producción artesanal, combinándola con las más nuevas corrientes estéticas del momento. Tiffany era fiel a esta idea, y de hecho su taller era más un inmenso estudio artesanal, donde llegaron a trabajar más de mil personas, que una fábrica corriente. Cada pieza, fuese una vidriera, una lámpara o un jarrón, estaba hecha íntegramente a mano.

Mientras que el trabajo femenino apenas se valoraba, Tiffany creía que era esencial para la buena calidad de sus creaciones, y no cabe duda de que sin la enriquecedora aportación de la mujer a las lámparas Tiffany no serían lo que son.

Resulta ejemplar al respecto el caso de la diseñadora Clara Driscoll, la mujer mejor pagada de los Estados Unidos (entonces las mujeres cobraban de media un 60 por ciento menos que los hombres), a quien debemos una de las señas características de estas lámparas, el motivo de las líbelulas.

Fueron personas como ella quienes hicieron posibles esas esplendorosas lámparas Tiffany, que constituyen uno de los ejemplos más perfectos del estilo artístico conocido como Art Nouveau o Modernismo.

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