jueves, 15 de diciembre de 2011

Salvador Dalí (Figueras, España, 11 de mayo de 1904 – 23 de enero de 1989)

Salvador Domènec Felip Jacint Dalí i Domènech, más conocido como Salvador Dalí, 1° Marqués de Dalí de Púbol (Figueras, España, 11 de mayo de 1904 – ibídem, 23 de enero de 1989), fue un pintor español considerado uno de los máximos representantes del surrealismo.



Dalí es conocido por sus impactantes y oníricas imágenes surrealistas. Sus habilidades pictóricas se suelen atribuir a la influencia y admiración por el arte renacentista. También fue un experto dibujante. Los recursos plásticos dalinianos también abordaron el cine, la escultura y la fotografía, lo cual le condujo a numerosas colaboraciones con otros artistas audiovisuales. Tuvo la habilidad de forjar un estilo marcadamente personal y reconocible, que en realidad era muy ecléctico y que «vampirizó» innovaciones ajenas. Una de sus obras más célebres es La persistencia de la memoria, el famoso cuadro de los «relojes blandos», realizado en 1931.

Como artista extremadamente imaginativo, manifestó una notable tendencia al narcisismo y la megalomanía, cuyo objeto era atraer la atención pública. Esta conducta irritaba a quienes apreciaban su arte y justificaba a sus críticos, que rechazaban sus conductas excéntricas como un reclamo publicitario ocasionalmente más llamativo que su producción artística. Dalí atribuía su «amor por todo lo que es dorado y resulta excesivo, [su] pasión por el lujo y su amor por la moda oriental» a un autoproclamado «linaje arábigo», que remontaba sus raíces a los tiempos de la dominación árabe de la península ibérica.

Infancia

Salvador Dalí nació a las 8:45 horas del 11 de mayo de 1904, en el número 20 de la calle Monturiol, en Figueras, provincia de Gerona, en la comarca catalana del Ampurdán, cerca de la frontera con Francia. El hermano mayor de Dalí, también llamado Salvador (nacido el 12 de octubre de 1901), había muerto de un «catarro gastroenterítico infeccioso» unos nueve meses antes (el 1 de agosto de 1903), por lo que decidieron ponerle el mismo nombre. Esto marcó mucho al artista posteriormente, quien llegó a tener una crisis de personalidad, al creer que él era la copia de su hermano muerto. Su padre, Salvador Dalí i Cusí, era abogado de clase media y notario, de carácter estricto suavizado por su mujer Felipa Domènech i Farrés, quien alentaba los intereses artísticos del joven Salvador. Con cinco años, sus padres lo llevaron a la tumba de su hermano y le dijeron que él era su reencarnación, una idea que él llegó a creer. De su hermano, Dalí dijo:

...nos parecíamos como dos gotas de agua, pero dábamos reflejos diferentes... Mi hermano era probablemente una primera visión de mí mismo, pero según una concepción demasiado absoluta.

Dalí también tuvo una hermana, Ana María, tres años más joven que él. En 1949 ella publicó un libro sobre su hermano, titulado Dalí visto por su hermana. En su infancia, Dalí trabó amistad con futuros jugadores del F.C. Barcelona, como Emilio Sagi Liñán o Josep Samitier. En época de vacaciones, en el floreciente Cadaqués, el trío pasaba mucho tiempo jugando al fútbol.

En 1916 descubrió la pintura contemporánea durante una visita familiar a Cadaqués, donde conoció a la familia de Ramón Pichot, un artista local que viajaba regularmente a París, la capital del arte del momento. Siguiendo los consejos de Pichot, su padre lo envió a clases de pintura con el maestro Juan Núñez. Al año siguiente, su padre organizó una exposición de sus dibujos al carboncillo en la casa familiar. A los catorce años (1919), Dalí participó en una exposición colectiva de artistas locales en el teatro municipal de Figueras y en otra en Barcelona, auspiciada por la Universidad, en la que recibió el premio Rector de la Universidad.

En 1919, cuando cursaba sexto de bachillerato en el instituto Ramón Muntaner, editaron entre varios amigos la revista mensual Studium. Había ilustraciones, textos poéticos y una serie de artículos sobre pintores como Goya, Velázquez o Leonardo da Vinci.

En febrero de 1921 su madre murió a consecuencia de un cáncer de mama. Dalí tenía 16 años. Sobre la muerte de su madre diría más tarde que fue «el golpe más fuerte que he recibido en mi vida. La adoraba. No podía resignarme a la pérdida del ser con quien contaba para hacer invisibles las inevitables manchas de mi alma...». Tras su muerte, el padre de Dalí contrajo matrimonio con la hermana de su esposa fallecida. Dalí no se quejó por este matrimonio, pues tenía un gran amor y respeto por su tía.

Juventud en Madrid y París

En 1922 Dalí se alojó en la célebre Residencia de Estudiantes de Madrid para comenzar sus estudios en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Dalí enseguida atrajo la atención por su carácter de excéntrico dandi. Lucía una larga melena con patillas, gabardina, medias y polainas al estilo de los artistas victorianos. Sin embargo, fueron sus pinturas, en las que Dalí tanteaba el cubismo, las que llamaron la atención de sus compañeros de residencia, entre los que se incluían futuras figuras del arte español, como Federico García Lorca, Pepín Bello o Luis Buñuel. En aquella época, sin embargo, es posible que Dalí no entendiese completamente los principios cubistas: sus únicas fuentes eran artículos publicados en la prensa y un catálogo que le había dado Pichot, puesto que en el Madrid de aquella época no había pintores cubistas.

En 1924 un todavía desconocido Salvador Dalí ilustró un libro por primera vez. Era una publicación del poema en catalán Les Bruixes de Llers, de uno de sus amigos de la residencia, el poeta Carles Fages de Climent. Dalí pronto se familiarizó con el dadaísmo, influencia que lo marcó el resto de su vida. En la residencia también trabó una apasionada relación con el joven Lorca, pero Dalí terminó rechazando los amorosos reclamos del poeta.

Dalí fue expulsado de la Academia en 1926, poco antes de sus exámenes finales, por afirmar que no había nadie en ésta en condiciones de examinarlo. La maestría de sus recursos pictóricos se refleja en su impecablemente realista Cesta de pan, pintada en 1926. Ese mismo año, visitó París por primera vez, donde conoció a Pablo Picasso, a quien el joven Dalí admiraría profundamente. Picasso ya había recibido algunos comentarios elogiosos sobre Dalí de parte de Joan Miró. Con el paso del tiempo y el desarrollo de un estilo propio, Dalí se convirtió a su vez en una referencia y en un factor influyente en la pintura de éstos.

Algunas de las características de la pintura de Dalí de aquella época se convirtieron en distintivas para toda su obra posterior. Dalí absorbía las influencias de muchos estilos artísticos, desde el academicismo clásico a las vanguardias más rompedoras. Sus influencias clásicas pasaban por Rafael, Bronzino, Zurbarán, Vermeer y, por supuesto, Velázquez. Alternaba técnicas tradicionales con sistemas contemporáneos, a veces en una misma obra. Las exposiciones de su obra realizadas en Barcelona en aquella época atrajeron gran atención, en la que se mezclaban las alabanzas y los debates suscitados por una crítica dividida.

En aquella época, Dalí se dejó crecer un vistoso mostacho que imitaba al del célebre pintor Diego Velázquez, y que se convertiría en uno de sus distintivos personales el resto de su vida.

De 1929 a la Segunda Guerra Mundial

En 1929 Dalí colaboró con el director de cine Luis Buñuel, amigo de la residencia de estudiantes, en la redacción del polémico cortometraje Un chien andalou, en el que se mostraban escenas propias del imaginario surrealista. Dalí afirmó haber desempeñado un papel esencial en el rodaje del film, sin que este extremo se haya visto confirmado por la historiografía del arte contemporáneo. En agosto de ese mismo año conoció a su musa y futura esposa Gala. Nacida con el nombre de Elena Dmitrievna Diakonova, era una inmigrante rusa, once años mayor que él, en aquel tiempo casada con el poeta francés Paul Éluard. Ese mismo año, Dalí continuó exponiendo regularmente, ya como profesional, y se unió oficialmente al grupo surrealista afincado en el barrio parisino de Montparnasse. Durante los dos años siguientes, su trabajo influyó enormemente en el rumbo del surrealismo, que lo aclamó como creador del método paranoico-crítico, el cual, según se decía, ayudaba a acceder al subconsciente, liberando energías artísticas creadoras.

En el ámbito doméstico, la relación de Dalí con su padre estaba próxima a la ruptura. Salvador Dalí i Cusí se oponía al romance del joven artista con Gala, y condenaba su vinculación con los artistas del surrealismo por considerarlos —como buena parte de la opinión pública— elementos tendentes a la degeneración moral. La tensión fue en aumento hasta culminar en un enfrentamiento personal, a raíz de una noticia sobre Dalí publicada en la prensa, en la que se refería que un dibujo de un Sagrado Corazón de Jesucristo expuesto en París por el joven mostraba una inscripción en la que se leía: «En ocasiones, escupo en el retrato de mi madre para entretenerme». Ultrajado, su padre demandó una satisfacción pública. Dalí se negó, quizás por temor a ser expulsado del grupo surrealista, y fue echado violentamente de casa el 28 de diciembre de 1929. Su padre lo desheredó y le prohibió regresar jamás a Cadaqués. Posteriormente, Dalí describió cómo en el curso de este episodio le presentó a su padre un preservativo usado conteniendo su propio esperma, con las palabras: «Toma. ¡Ya no te debo nada!». El verano siguiente, Dalí y Gala alquilaron la pequeña cabaña de un pescador en una bahía cerca de Portlligat. Compró el terreno, y a lo largo de los años fue ampliándola hasta convertirla en su fastuosa villa junto al mar, hoy reconvertida en casa-museo. Gala y Dalí se casaron en 1934 en una ceremonia civil, y volverían a hacerlo por el rito católico en 1958.

En 1931 Dalí pintó una de sus obras más célebres, La persistencia de la memoria (Los relojes blandos), obra en la que según algunas teorías ilustró su rechazo del tiempo como una entidad rígida o determinista. Esta idea se ve apoyada por otras imágenes de la obra, como el extenso paisaje, o algunos relojes de bolsillo devorados por insectos. Los insectos, por otra parte, formarían parte del imaginario daliniano como una entidad destructora natural y, tal como explicó en sus memorias, venía determinada por un recuerdo de infancia.

Dalí llegó a Estados Unidos gracias al marchante Julian Levy en 1934. La exposición de algunas obras de Dalí —incluida la célebre Persistencia...— levantó un enorme revuelo en Nueva York. Se organizó un baile en su honor, el Dalí Ball, al que compareció llevando una caja de cristal colgada sobre el pecho con un sostén dentro. Ese mismo año, Dalí y Gala ofrecieron un baile de máscaras en Nueva York, cortesía de la heredera Caresse Crosby. Fueron disfrazados del bebé Lindbergh y su secuestrador. El escándalo levantado en la prensa fue tan notable que Dalí pidió disculpas públicamente. Al regresar a París, debió explicarse ante los surrealistas que no entendieron por qué se había disculpado por un acto considerado surrealista.

Aunque la mayor parte del surrealismo se había adscrito a ideas políticas de izquierda, Dalí mantenía una posición que se juzgaba ambigua en la cuestión de las relaciones entre arte y activismo político. Los líderes del movimiento, principalmente André Breton, lo acusaron de defender lo «nuevo» e «irracional» del fenómeno hitleriano, acusación que Dalí refutó afirmando que «no soy un hitleriano ni de hecho ni de intención». Dalí insistía en que el surrealismo podía existir en un contexto apolítico, y se negó a denunciar públicamente el régimen fascista alemán. Éste y otros factores le hicieron perder su prestigio entre sus camaradas artistas, y a finales de 1934 Dalí fue sometido a un «juicio surrealista» del cual resultó su expulsión del movimiento. A esto, Dalí respondió con su célebre réplica, «Yo soy el surrealismo».

Sin embargo, en 1936, Dalí volvió a participar en una exposición surrealista, esta vez de índole internacional, celebrada en Londres. Su conferencia, titulada Fantômes paranoiques authentiques, fue impartida con un traje de buzo, casco incluido. Llegó a la conferencia con un taco de billar y un par de sabuesos rusos, y en su transcurso tuvo que retirarse el casco para poder tomar aire. Comentó al respecto que «simplemente quería mostrar que estaba sumergiéndome profundamente en la mente humana».

En aquel entonces, el mecenas de Dalí era el muy adinerado Edward James, que había colaborado generosamente al ascenso del artista comprándole numerosas obras y prestándole dinero durante dos años. Se convirtieron en buenos amigos, tanto es así que James aparece en la pintura de Dalí Cisnes reflejando elefantes. Colaboraron igualmente en la creación de dos de los iconos más representativos del movimiento: el «teléfono-langosta» y el sofá de los labios de Mae West. En 1939 Breton acuñó el anagrama despectivo «Avida Dollars» para criticar su pasión por el dinero. Esta sarcástica referencia a su pujante negocio del arte también pretendía acusarle de cultivar la megalomanía mediante la fama y el dinero. Algunos de los surrealistas comenzaron incluso a hablar de Dalí en pretérito perfecto, como si ya hubiera fallecido. Algunos grupos surrealistas, y miembros adscritos posteriormente, como Ted Joans, mantuvieron contra Dalí una enconada polémica que llegó hasta el día de su muerte (y aún más adelante).

Periodo en Nueva York

En 1940, con la Segunda Guerra Mundial arrasando Europa, Dalí y Gala huyeron a los Estados Unidos, donde vivieron durante ocho años. Después de la mudanza, Dalí retomó su antiguo catolicismo. «Durante ese período», informan Robert y Nicholas Descharnes, «Dalí nunca dejó de escribir».

En 1941 Dalí entregó un guion cinematográfico a Jean Gabin, titulado Moontide (en español, Marea lunar). En 1942 publicó su autobiografía, La vida secreta de Salvador Dalí. Escribía regularmente para los catálogos de sus exposiciones, como la organizada en la Knoedler Gallery de Nueva York en 1943. En ese artículo exponía que:

el surrealismo habrá servido por lo menos para dar una prueba experimental de que la total esterilidad de los intentos por automatizar han llegado demasiado lejos y han llevado a un sistema totalitario...La pereza contemporánea, y la total falta de técnica, han alcanzado su paroxismo en la significación psicológica del uso actual de la institución universitaria.

También escribió una novela, publicada en 1944, sobre un salón de moda para automóviles. De ahí surgió una caricatura de Erdwin Cox, del The Miami Herald, que presentaba a Dalí luciendo un automóvil como vestido de fiesta.

Un fraile italiano llamado Gabriele Maria Berardi anunció haber realizado un exorcismo a Dalí en una visita de éste a Francia en 1947. En el 2005, una escultura del Cristo en la cruz fue inaugurada en la ciudad de dicho fraile. Se ha comentado que Dalí entregó esta obra al fraile como prenda de gratitud, y dos expertos españoles sobre Dalí han considerado que hay motivos suficientes para pensar que la obra fuese realmente suya.

Aceptó la decoración de un escaparate de los almacenes Bonwit-Tellerle en la Quinta Avenida de Nueva York. Hizo una polémica composición dedicada al día y a la noche: en un lado un maniquí con peluca roja en una bañera de Astracán; en el otro, una figura acostada en una cama con baldaquino negro sobre cuya almohada ardían carbones. Pero se realizaron modificaciones sin permiso del autor, y Dalí en protesta acabó lanzando la bañera contra el vidrio del escaparate. Fue detenido y debió pagar los desperfectos. El juzgado le absolvió, pues argumentó que defendía su obra. Se entendió esta protesta como una defensa de los derechos de autor.

En esos años, Dalí diseñó ilustraciones para ediciones traducidas al inglés de clásicos como El Quijote, la autobiografía de Benvenuto Cellini y los Ensayos de Michel de Montaigne. También aportó decorados para la película Recuerda de Alfred Hitchcock, y emprendió con Walt Disney la realización de una película de dibujos animados, Destino, que quedó inconclusa y que se montó en 2003, mucho después del fallecimiento de ambos.

Fue una de las épocas más fructíferas de su vida, pero también discutida por ciertos críticos, que veían que Dalí difuminaba la frontera entre arte y bienes de consumo al arrinconar la pintura para volcarse más en el diseño y en artículos comerciales.

Últimos años en Cataluña

Desde 1949 Dalí vivió en Cataluña. El hecho de que eligiese España para vivir en tiempos de la dictadura hizo que algunos de sus antiguos colegas, así como sectores progresistas, le hicieran blanco de nuevas críticas. Esto sugiere que el descrédito con que Dalí era considerado entre surrealistas y críticos de arte se debiese, al menos en parte, a motivaciones políticas, más que al valor intrínseco de sus obras de arte. En 1959 Breton organizó una exposición antológica titulada Homage to Surrealism (en español Homenaje al surrealismo), que reunía obras surgidas en las cuatro décadas del movimiento. La exposición recuperaba piezas de Dalí, de Joan Miró, de Enrique Tábara y Eugenio Granell. Al año siguiente, sin embargo, Breton se opuso enérgicamente a la inclusión de la Madonna Sixtina de Dalí en la Exposición Internacional Surrealista de Nueva York.

Al final de su carrera, Dalí no se limitó a la pintura, desarrollando nuevos procesos y medios experimentales: creó un boletín y se convirtió en uno de los pioneros de la holografía artística, algo nada extraño considerando su larga exploración artística de juegos visuales. Ya durante sus últimos años, artistas de la talla de Andy Warhol proclamaron al catalán como una de las influencias más notables del pop art. Dalí también mostró desde siempre un acusado interés por las ciencias naturales y las matemáticas. Así se observa en muchas de sus obras —sobre todo las creadas en la década de los 50— en las cuales llegó a componer retratos individuales a partir de cuernos de rinoceronte. Según el artista, el cuerno de rinoceronte significaba la geometría divina, puesto que crece en una progresión espiral logarítmica. También relacionó el concepto con los temas de la castidad y la santidad de la Virgen María. Otro de los intereses de Dalí era el ADN, y el hipercubo (un cubo de cuatro dimensiones) que llegó a plasmar desplegado en su Crucifixión (Corpus Hypercubus).

La posguerra abrió para Dalí una nueva etapa artística, caracterizada por el virtuosismo técnico y el recurso a ilusiones ópticas, así como al imaginario de la ciencia o la religión. Su aproximación al catolicismo se fue haciendo más marcada, influida quizás por la conmoción causada por la bomba de Hiroshima y el amanecer de la era nuclear. El mismo Dalí denominó esta etapa de su arte como el período místico-nuclear. Su intención parecía ser la síntesis de la iconografía cristiana con imágenes en descomposición relacionadas con la física nuclear, como se desprende de obras como Crucifixión (Corpus Hypercubus). Bajo la clasificación de «misticismo nuclear» se incluyen también La gare de Perpignan (1965) y El torero alucinógeno (1968-1970). En 1960 Dalí empezó a trabajar en un teatro y museo personal, levantados sobre su casa natal en Figueras; fue el mayor de sus proyectos individuales, y a él dedicaría buena parte de sus energías hasta 1974. Incluso más adelante, a mediados de los 80, realizó algunas reformas menores en el edificio.

En su madurez, el artista también se implicó con otras actividades «extra-artísticas» que daban una medida de su enorme popularidad como personaje público. En 1968 Dalí grabó un anuncio televisivo para la marca de chocolate Lanvin, y en 1969 diseñó el logo de Chupa Chups. Ese mismo año trabajó como responsable creativo de la campaña publicitaria de Eurovisión, y creó una gran escultura metálica que se instaló en el escenario del Teatro Real de Madrid. En el programa Dirty Dali: A Private View (en español Dalí el sucio: Una visión íntima), emitido por el Channel 4 en 2007, el crítico Brian Sewell describía cómo a finales de los 60 fue requerido por el artista a posar sin pantalones en posición fetal bajo la axila de una figura de Jesucristo, mientras Dalí le fotografiaba y fingía hurgarse bajo el pantalón.

En 1980 la salud de Dalí se deterioró seriamente. Con su mujer, Gala —que ya manifestaba síntomas de senilidad—, supuestamente consumió un cóctel de fármacos que dañó seriamente su sistema nervioso, con la consecuencia de incapacitarle prácticamente para la creación artística. Con 76 años, el estado de Dalí era lamentable, y su mano sufría constantes temblores que evidenciaban el progreso de la enfermedad de Parkinson.

En 1982 el rey Juan Carlos I concedió a Dalí el título de marqués de Púbol, que el artista agradeció con un dibujo, titulado Cabeza de Europa, que a la postre resultó ser su último dibujo, y que le entregó tras la visita real a su lecho de muerte.

Gala murió el 10 de junio de 1982. Tras su muerte, Dalí perdió su entusiasmo por vivir. Deliberadamente, se deshidrató seriamente —supuestamente como consecuencia de un intento de suicidio—, aunque justificó su acción como un método de entrar en un estado de animación suspendida, del mismo modo en que algunas bacterias pueden hacer. Se mudó de Figueras al castillo de Púbol, que había comprado para Gala, y donde ella había fallecido. En 1984 un incendio de causas desconocidas se declaró en su dormitorio. De nuevo se sospechó de un intento de suicidio, aunque quizás se debiese a negligencia del personal doméstico. De todos modos, Dalí fue rescatado y regresó a su domicilio en Figueras, donde un grupo de artistas, mecenas y colegas artistas se encargaron de su bienestar hasta sus últimos años.

Se ha denunciado que Dalí fue obligado por algunos de sus «cuidadores» a firmar lienzos en blanco que serían vendidos tras su muerte como originales. Estos rumores hicieron que el mercado del arte se mostrase escéptico con las obras atribuidas a Dalí durante su última época.

En noviembre de 1988 Dalí fue ingresado a raíz de un serio fallo cardíaco, y el 5 de diciembre de 1988 fue visitado por el rey Juan Carlos I, quien le confesó que siempre había sido un fiel admirador de su obra.

El 23 de enero de 1989, oyendo su disco favorito —Tristán e Isolda, de Richard Wagner— murió a causa de una parada cardiorrespiratoria en Figueras, con 84 años, y cerrando el círculo fue enterrado en la cripta de Figueras, situada en su casa-museo. Su cripta se encuentra al otro lado de la iglesia de Sant Pere, donde había sido bautizado, había recibido su primera comunión y donde descansa desde entonces; tres manzanas más allá de su casa natal. Para evitar tensiones entre el gobierno central y autonómico, Dalí testó en 1982 a favor del estado español como heredero universal de su obra.

La Fundación Gala-Salvador Dalí se encarga en la actualidad de la gestión de su legado. En los Estados Unidos, el responsable legal de su representación es la Artist Rights Society. En 2002 esta sociedad salió en las noticias por requerir de Google que retirasen un logotipo de la firma diseñado a semejanza de la obra de Dalí, y que había sido especialmente creado para conmemorar el aniversario de su nacimiento, alegando derechos de copyright. Google accedió a retirar el logotipo —cuyo uso, teóricamente, era de un sólo día— pero se negó a admitir la violación de sus derechos de autor.

Simbolismo

Dalí describió un extenso y personal universo simbólico a lo largo de su obra. Los «relojes blandos», que habían aparecido en 1931, fueron interpretados como una referencia a la teoría de la relatividad de Albert Einstein, y fueron supuestamente creados tras la observación de unos pedazos de camembert expuestos al sol un caluroso día de agosto. Otro de sus símbolos recurrentes es el elefante, que apareció por vez primera en el Sueño causado por el vuelo de una avispa sobre una granada un segundo antes de despertar (1944). Los elefantes dalinianos, inspirados por el obelisco de Roma de Gian Lorenzo Bernini, suelen aparecer con «patas largas, casi invisibles de deseo», y portando obeliscos en sus lomos. Conjuntadas con esas delicadas extremidades, los obeliscos —en los que algunos han querido ver un símbolo fálico— crean un sentido de fantasmal irrealidad. «El elefante es una distorsión en el espacio», explicó Dalí en Dalí y el Surrealismo, de Dawn Ades, «con sus aguzadas patas contrastando la idea de ingravidez, definida sin la menor preocupación estética, estoy creando algo que me inspira una profunda emoción y con la que intento pintar honestamente».

Otro de sus símbolos recurrentes es el huevo. Enlaza con los conceptos de vida prenatal intrauterina, y a veces se refiere a un símbolo de la esperanza y el amor, y así es como se interpreta en su Metamorfosis de Narciso. También recurrió a imágenes de fauna a lo largo de toda su obra: hormigas como símbolo de muerte, corrupción, y un intenso deseo sexual; el caracol como cabeza humana (había visto un caracol sobre una bicicleta en el jardín de Sigmund Freud cuando fue a visitarle; y las langostas como un símbolo de decadencia y terror.

Otras actividades artísticas

La actividad artística de Dalí no se limitó a la pintura. Algunas de sus obras más populares son esculturas o ready-mades, y también destacó en sus contribuciones al teatro, la moda y la fotografía, entre otras disciplinas artísticas. Dos de los artefactos surrealistas dalinianos más notables fueron el «teléfono-langosta» y el «sofá de los labios de Mae West» (realizados entre 1936 y 1937). El artista y mecenas Edward James encargó estas piezas a Dalí. James había heredado a los cinco años de edad una gran parcela en West Dean (Sussex, Inglaterra), desde donde alentó la producción surrealista a lo largo de la década de los 30. «Las langostas y los teléfonos tienen claras connotaciones sexuales para Dalí», refiere la placa explicativa del «teléfono-langosta» expuesto en la Tate Gallery, «y de ahí él extraía una analogía entre la comida y el sexo». Este teléfono era perfectamente operativo, y James adquirió cuatro de ellos para sustituir los que tenía en su retiro inglés. Uno de ellos se encuentra actualmente en la mencionada galería, el segundo está en el museo del teléfono de Fráncfort del Meno, el tercero es propiedad de la Fundación Edward James y el cuarto pertenece a la National Gallery de Australia.

«El sofá de Mae West», hecho de madera y satén, recibía su forma de los labios de la célebre actriz, a quien Dalí encontraba fascinante. Mae West ya había aparecido en una pintura de 1935 titulada Cara de Mae West. El sofá se encuentra actualmente en el museo Brighton and Hove, en Inglaterra.

Entre 1941 y 1970 Dalí se dedicó al diseño de joyería, hasta un número de 39 piezas en total. Las joyas creadas, de intrincado diseño, integraban partes móviles. La más conocida de ellas, Corazón Real, está hecha en oro y tiene 46 rubíes, 42 diamantes y 4 esmeraldas incrustadas, y está hecha de modo que el centro «lata» como un corazón auténtico. El mismo Dalí comentó en 1949 que «sin un público, sin la presencia de espectadores, estas joyas no podrían cumplir la función para la que fueron creadas. El observador es, en último término, el creador definitivo». Las Dalí-Joies (en español, Joyas de Dalí) se encuentran actualmente en el teatro-museo de Figueras, como parte integrante de su colección permanente.

Dalí también colaboró en la creación teatral. En 1927 diseñó la escenografía para la obra de Lorca Mariana Pineda. Para Las bacanales, un ballet de 1939 basado en el Tannhäuser de Richard Wagner (1845), Dalí se encargó del diseño de escenario y de la edición del libreto. En 1941 Dalí accedió al diseño de escenarios para Laberinto, y de nuevo en 1949 para El sombrero de tres picos.

Aunque principalmente conocido por sus pinturas, Dalí también manifestó un temprano interés por el cine durante su juventud, y acudía regularmente al cine todos los domingos. Había conocido el cine mudo, en el que la apariencia del medio primaba sobre su contenido, y que concedía a sus estrellas una gran popularidad. Opinaba que había dos dimensiones en cuanto a las teorías del cine: «las cosas de por sí», es decir los hechos que son presentados en el mundo de la cámara, y la «imaginación fotográfica», o el modo en que la cámara muestra la imagen y el valor creativo que puede desprenderse del mismo. Dalí se mostró especialmente activo a ambos lados de la cámara. Creó espléndidas obras de arte como Destino (en colaboración con Walt Disney), una película iniciada en 1946 y completada en 2003 por Baker Bloodworth y Roy Oliver Disney. En este trabajo se incluyen imágenes oníricas, como extrañas figuras voladoras, y está inspirada por la canción Destino (del letrista mexicano Armando Domínguez). Sin embargo, cuando Disney contrató a Dalí, su empresa no estaba preparada para asumir el trabajo que el artista iba a desarrollar. Después de ocho meses de trabajo intenso, la compañía tuvo que abandonar el proyecto por dificultades presupuestarias, y sólo 57 años más tarde se remató su producción. Exhibida en diversos festivales de cine, la película combina el espíritu artístico daliniano con la clásica animación Disney.

Dalí trabajó como co-guionista de la película surrealista de Luis Buñuel Un chien andalou (Un perro andaluz), un corto de 17 minutos que incluye alguna de las imágenes antológicas del surrealismo (como el ojo cortado con una cuchilla de afeitar). Esta película es su aportación más notable al mundo del cine independiente. Un chien andalou fue el modo en que Dalí logró incluir sus imágenes oníricas en una dimensión real. La sucesión de escenas provoca en el espectador un torrente de sensaciones, según las expectativas despertadas por la película se ven continuamente frustradas por otras. La segunda película que produjo con Buñuel fue L'age d'or (La edad de oro), rodada en el Estudio 28 de París en 1930. Esta película fue «prohibida durante años por grupos fascistas y antisemitas que desarrollaron una fuerte campaña de descrédito en la prensa en el cine parisino en el que se exhibía». Aunque la acusación de propagar conductas antisociales afectó indudablemente al éxito de su carrera artística, Dalí nunca se molestó en manifestar su propia opinión o sus creencias sobre su actividad artística. De cualquier modo, esas dos películas tuvieron un impacto extraordinario en el movimiento cinematográfico surrealista: «Si Un chien andalou permanece como el documento supremo de la aventura cinematográfica surrealista en los dominios del inconsciente, L'age d'or es quizás la manifestación más implacable de su intención revolucionaria».

Dalí colaboró con reconocidos cineastas como Alfred Hitchcock. El más sonado entre sus proyectos cinematográficos es probablemente la secuencia onírica de Recuerda (1945), en la que se pretendía mostrar aspectos del subconsciente. Hitchcock, interesado en dotar a esta escena de calidad onírica, quería mostrar en su película como la represión de experiencias podía conducir a la neurosis. Familiarizado con la obra de Dalí, pensó que su espíritu creativo podía potenciar la atmósfera que buscaba para su película. Dalí, por otra parte, también trabajaría en un documental titulado Caos y creación, que contiene numerosas referencias artísticas que intentan explicar el concepto de arte preconizado por Dalí. La última película en la que Dalí colaboró fue Impresiones de Mongolia Superior (1975), en la que narraba la aventura de una expedición que busca un gigantesco hongo alucinógeno. La imaginería del filme gira en torno a microscópicas manchas de orina en la banda de un bolígrafo sobre el que Dalí miccionó durante varias semanas.

El mundo de la moda y la fotografía tampoco quedó libre de su influencia artística. Dalí colaboró con Elsa Schiaparelli en la confección de un vestido blanco con una langosta impresa. Otros diseños de Dalí son un sombrero con forma de zapato y un cinturón rosado con labios en la hebilla. En 1950 diseñó un «vestido para el año 2045» en colaboración con Christian Dior. También creó sus propios diseños textiles y botellas de perfume. Su aportación al mundo de la fotografía se ve ampliamente reflejada en sus colaboraciones con Man Ray, Brassaï, Cecil Beaton y Philippe Halsman. Con Man Ray y Brassaï realizó fotografías de la naturaleza; con los demás se introdujo en un mundo de temas oscuros, como la serie Dalí Atómica (de 1948, véase imagen en esta misma página) que se inspiraba en su obra Leda atómica. Una de las fotografías muestra «un caballete de pintor, tres gatos, un cubo de agua, y el mismo Dali flotando por los aires».

Las referencias a Dalí en el contexto de la ciencia se entienden en términos de la fascinación general provocada por el nuevo paradigma científico surgido a raíz de la mecánica cuántica del siglo XX. Inspirado por el «principio de incertidumbre» de Werner Heisenberg, Dalí escribió en 1958 un Manifiesto de la antimateria: «En el período surrealista, quería crear la iconografía del mundo interior y lo maravilloso de mi padre Freud. Hoy, el mundo exterior y el de la física ha trascendido a aquel de la sicología. Mi padre, hoy, es el doctor Heisenberg».

En este sentido, La desintegración de la persistencia de la memoria, de 1954, representa un giro sobre la obra realizada en 1931, y simboliza el salto conceptual daliniano desde su perspectiva acientífica y psicológica al nuevo enfoque atomista de posguerra.

Su visión de la arquitectura se refleja en la construcción de su casa en Portlligat, cerca de Cadaqués, así como en el pabellón surrealista —llamado Sueño de Venus— que fue expuesto en la Exposición Internacional de Lieja (1939), y que contenía numerosas y extrañas esculturas. En cuanto a su proyección literaria, Dalí escribió su autobiografía (La vida secreta de Salvador Dalí, 1942), un libro de diarios (Diario de un genio, 1952-1963), y varios ensayos (Oui: The paranoid-critical revolution, 1927-1933; El mito trágico de «El Angelus de Millet», 1978), entre otras obras. La edición literaria, y especialmente su interés por las artes gráficas, le llevaron a producir numerosos grabados y litografías. Aunque en su primer período su obra gráfica igualaba en calidad a su obra pictórica, con el transcurso de los años Dalí se dedicaría a vender los derechos de sus imágenes, pero sin molestarse personalmente en su impresión. Por otra parte, un buen número de falsificaciones fueron producidas en las décadas de los 80 y 90, confundiendo aún más el ya poco fiable mercado de obra gráfica daliniana.

Al igual que había hecho su muy admirado colega Marcel Duchamp, una de las obras más notables de Dalí resultó ser una persona. En 1965 Dalí conoció en un club francés a la modelo de moda Amanda Lear, conocida artísticamente como Peki d'Oslo. Lear se convirtió en su protegida y su musa, y describió su relación en la biografía Mi vida con Dalí (1986). Impresionado por su aspecto hombruno, Dalí dirigió el salto de Lear desde el mundo de la moda al de la música, aconsejándola respecto a sus apariciones públicas y desatando brumosas leyendas sobre sus orígenes, que atrajeron inmediatamente la atención de la escena de la música disco. Según Lear, ella y Dalí contrajeron un «matrimonio espiritual» en la desértica cumbre de una montaña. Algunos piensan que el nombre de Lear (Amanda) era una alusión a su papel como «L'amant Dalí» (en español la amante de Dalí). Lear ocupó el espacio que la anterior musa de Dalí, Isabelle Collin Dufresne (alias «Ultra Violet») había dejado desocupado tras acogerse en la Factory de Andy Warhol.

Ideología y personalidad

Las ideas políticas de Salvador Dalí desempeñaron un papel muy relevante en sus inicios artísticos. Posteriormente se le acusó de apoyar ideológicamente el franquismo. André Breton, el «papa» del surrealismo, se distinguió por sus esfuerzos para separar el nombre de Dalí del grupo surrealista. Sin embargo, ese enfrentamiento obedecía a motivos más complejos. De cualquier modo, Dalí nunca fue antisemita como se desprende de su amistosa relación con el afamado arquitecto y diseñador Paul László, que era judío. Manifestó una profunda admiración hacia Freud —a quien conoció personalmente— y hacia Albert Einstein, a juzgar de sus escritos. Sobre la personalidad de Dalí, George Orwell dijo en un ensayo que:

Uno debería ser capaz de conservar en la cabeza simultáneamente las ideas de que Dalí era al mismo tiempo un excelente dibujante y un irritante ser humano. La una no invalida, o efectivamente, no afecta a la otra.

En su juventud el artista estuvo relacionado con el anarquismo y el comunismo. En sus escritos se suelen encontrar afirmaciones políticas —probablemente, más dirigidas a impresionar al público por su radicalidad que basadas en una inspiración profunda— que señalan cierta vinculación con el activismo político del dadaísmo. Con el avanzar de los años, sus adhesiones políticas cambiaron, especialmente según el surrealismo se identificó con el liderazgo de André Bretón, de orientación trotskista. En diversas ocasiones, Breton pidió explicaciones a Dalí por sus relaciones políticas. De cualquier modo, ya en 1970 Dalí se declaró como un «anarco-monárquico», dando pie a numerosas especulaciones sobre esta orientación política (indudablemente minoritaria).

Con el inicio de la Guerra Civil Española, Dalí rehuyó el enfrentamiento y rechazó manifestar su adhesión a ninguno de los bandos. Del mismo modo, tras la Segunda Guerra Mundial, Dalí fue criticado por George Orwell, quien le acusó de «escabullirse como una rata en cuanto Francia estuvo en peligro», después de haber vivido y prosperado allí durante años:

Cuando la guerra europea se acerca, él sólo se preocupa de una cosa: encontrar un lugar donde se coma bien y de donde pueda escapar rápidamente en caso de que se acercase el peligro.

Tras su retorno a Cataluña tras la guerra, Dalí se aproximó al régimen franquista. Algunas de las declaraciones de Dalí sirvieron como respaldo a la dictadura; así felicitó a Franco por sus acciones dirigidas a «limpiar España de fuerzas destructivas». Dalí, que se había convertido al catolicismo y se fue volviendo una persona más religiosa con el paso de los años, podía referirse a los grupos comunistas, socialistas y anarquistas que durante la época de guerra civil habían ejecutado a más de 7000 monjas y sacerdotes. Dalí envió incluso algunos telegramas a Franco, elogiando la pena de muerte con que el dictador había condenado a algunos criminales de guerra. Dalí incluso conoció a Franco personalmente y pintó un retrato de la nieta de Franco. Es difícil determinar si sus gestos hacia el franquismo fueron sinceros o caprichosos, ya que los simultaneaba con manifestaciones decididamente surrealistas, como felicitar al líder comunista rumano Nicolae Ceauşescu por incluir un cetro entre sus atributos. El diario rumano Scînteia se hizo eco de esta noticia, sin percatarse de su índole burlona. De cualquier modo, uno de los temas en los que Dalí mostró una indudable desafección al régimen fue el polémico asesinato del poeta Federico García Lorca por milicias nacionales, que denunció incluso en los años en los que la obra del poeta estaba oficialmente prohibida.

Dalí, con su llamativa presencia y su omnipresente capa y barretina, ostentando un bastón y una expresión solemne enmarcada por su vistoso mostacho, se forjó una imagen de megalómano con declaraciones como «cada mañana, al levantarme, experimento un supremo placer: ser Salvador Dalí». La artista Cher y su marido Sonny Bono acudieron en su juventud a una fiesta organizada en la lujosa residencia de Dalí en Nueva York en el Hotel Plaza, donde sufrieron un leve sobresalto cuando Cher se sentó inadvertidamente sobre una silla con un singular vibrador discretamente incorporado. Una curiosa costumbre de Dalí era quedarse con todos los bolígrafos con los que firmaba sus autógrafos. Entrevistado por Mike Wallace para el programa 60 Minutes, el artista no dejó de referirse a sí mismo en tercera persona, llegando a declarar que «Dalí es inmortal y no morirá». En otra de sus apariciones televisivas en el Tonight Show, el artista apareció cargando con un rinoceronte de cuero, y rehusó tomar asiento en ningún otro lugar.

Vía: Wikipedia

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