lunes, 27 de mayo de 2013

El color azul en la decoración

El color azul es capaz de transmitir determinadas sensaciones a través de su uso y de crear diferentes ambientes en función de la tonalidad que utilicemos, ya que son muchas la posibilidades cromaticas que ofrece. Los efectos más comunes que genera son de paz, tranquilidad, libertad, frescura y limpieza. Su asociación con el mar le confiere profundidad y su relación con el cielo le transmite nobleza.



Es uno de los tres colores primarios y actúa como el más neutral de ellos por su discreción. En la naturaleza lo vemos representado en distintas formas y lugares como el cielo, el agua, el lapislázuli, las flores y el cobalto, en sus distintas tonalidades e intensidades, todas ellas admirables, pero que en ocasiones pueden reflejar cierta frialdad.

Las gamas más suaves y refrescantes, como el azul cielo y las diferentes variedades pastel aportan luminosidad a los espacios y generan mayor sensación de amplitud, por lo que son especialmente aconsejables en estancias de dimensión reducida y excasa luz natural. Para utilizarlo correctamente y mejorar su percepción puede combinarse con suaves naranjas, amarillos, marrones y tonos tierra que aumentan la percepción de confort. En dormitorios potencian la sensación de relajación y mejoran el sueño.

Los azul turquesa y  aguamarina cuentan en su composición con un alto contenido de verde, por lo que coordinarlos con cualquier gama verdosa y derivadas, tonalidades amarillentas, violetas y neutros será todo un acierto, creando ambientes frescos y originales. Su uso en dormitorios resulta inspirador y relajante.

Los tonos azulados que contienen rojo en su composición, como pueden ser el violeta o el lila, son apropiados para espacios oscuros y fríos, ofreciendo calidez. Otro color derivado de la mezcla es el lavanda y se recomienda utilizarse en estancias de estilo rústico que pretendan reflejar atmósferas sosegadas y cargadas de romanticismo.

Los mas oscuros e intensos, como el índigo y ultramar, es apropiado usarlos en salones, comedores, estudios y dormitorios pero deben ser correctamente conjuntados con otros colores, que le aporten energía y vitalidad. Los blancos, cremas, grises y beiges son perfectos para generar contraste y crear estancias elegantes y cuidadas. También se pueden conjuntar con colores vivos como rojos ladrillo, rosas y naranjas. Tienen fuerza y una fuerte personalidad y deben  ir acompañados de una correcta iluminación, preferiblemente natural, que reste la oscuridad aportada por el propio color.

Es un color con el que siguiendo ciertas pautas conseguiremos ambientes de aspecto distinguido y de gran calidez, y permite una gran variedad de composiciones y estilos al combinarse con otras tonalidades. Su uso no debe limitarse a paredes, también se pueden reproducir notas de color a través de materiales, mobiliario, accesorios o complementos textiles, bien de la misma gama o diferentes, de forma que enriquezcan la estética decorativa.

Por su relación con el gua y la limpieza, en el baño ha sido unos de los colores más utilizados. Es distinguido e intemporal y en estas zonas su unión con el blanco es casi fundamental, fiel reflejo de pureza y luminosidad, un factor muy importante a tener en cuenta en aquellos que carecen de luz natural.

Existen dos factores que debemos tener presentes a la hora de usar el color azul. Una de ellas, consiste en no pintar todas las paredes de una habitación del mismo color si se trata de un tono oscuro, genera ahogo y reducción visual del espacio, aunque podría permitirse siempre y cuando suelos y techos fueros en blanco o crudo. Y la otra, evitar la uniformidad cromática entre paredes y mobiliario que produce monotonía y aburrimiento.

Vía: El rincón de Sonia

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