viernes, 27 de mayo de 2016

Una vivienda guardada en la pared, por Miguel Angel Astiz

Casa 30/30:

Explica el arquitecto Miguel Ángel Astiz que “con el paso de los años, muchas residencias señoriales de gran superficie del Ensanche de Madrid han aprovechado la existencia de accesos de servicios traseros para reconvertir habitaciones o dependencias sin uso en viviendas independientes de superficie mínima, pero de óptima ubicación”. Ésta es la historia de la Casa 30/30 que, originalmente, había sido la bodega aneja a la cocina de una de estas viviendas y que la clienta del arquitecto adquirió, hace unas tres décadas, convertida en una vivienda de un dormitorio.
El piso de tan sólo 35 m2 estaba distribuido en cuatro espacios: sala de estar, cocina, dormitorio y baño, a cada cual más pequeño y con falta de luz natural, ya que cada estancia solamente contaba con una balconera de aluminio de poca superficie acristalada y bajo aislamiento térmico. A estas pobres condiciones, había que sumar la falta de espacio de almacenamiento y la existencia de dos niveles de suelo para disimular la conducción del saneamiento a través de parte de la vivienda. Ante esta falta de confort y funcionalidad, la clienta expresó su deseo de “cambiar la forma de ocupar el espacio y su hartazgo frente a lo que consideraba una vivienda demasiado pequeña”.
De esta manera, el tan reflexionado tema de la “vivienda mínima” se convirtió en punto de partida sobre el que trabajar para conseguir un espacio acogedor, reflejo de una forma de vida moderna. Ante la escasa superficie (30 m2 si se descontaba el pasillo), el arquitecto decidió no compartimentar la vivienda sino hacer que cada una de las funciones propias de la vida diaria fuera partícipe del 100% de los m2 disponibles: 30 m2 de comedor, 30 m2 de sala de estar, 30 m2 de cocina, 30 m2 de baño, 30 m2 de sala de juegos y (¿por qué no?) 30 m2 de sala de baile. Como él mismo explica, se trataba de entender “que una vivienda muy pequeña puede ser una suite muy grande”.
La nueva vivienda se convirtió en un lugar coherente, con tres nuevas balconeras que ahora sí aportan luminosidad al piso dispuesto en planta abierta. En este ambiente “vacío”, se distribuyen ordenada y perimetralmente los espacios de servicio que complementan y facilitan las tareas domésticas: armarios, cocina, cama abatible, vestidor, ducha o baño, estanterías, cortineros y radiadores.
Un panelado de madera uniforme, donde los tiradores se han reducido a simples y discretas cintas de cuero, es el encargado de aportar unidad visual al conjunto. Este panelado se resuelve en dos niveles: el primero, de madera vista, alcanza una cota de 2,40 metros sobre el nivel del suelo, mientras que el segundo nivel, desde el 2,40 hasta los 3,55 de cota del falso techo, se resuelve con paneles blancos que camuflan una serie de espacios de almacenaje e instalaciones de uso esporádico.
Resuelto este denominado “vacío tecnificado”, sólo quedaba resolver el mobiliario de la forma más versátil posible. Concluye Miguel Ángel Astiz que como de lo que se trataba era “de permitir la diversidad de funciones (30 nada menos!), planteamos la disposición de elementos ligeros, desplazables y apilables que facilitaran el uso del vacío completo sin elementos anclados a una posición fija. Una vivienda guardada en la pared y una plaza para bailar… la mejor casa del mundo!.”

Para más información visiten: Estudio Astiz 

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