martes, 25 de octubre de 2016

El Rebost, la visión actual de una casa antigua.

¿Qué sería de una casa tradicional sin la despensa? Esa habitación sin ventanas donde se guardaban las conservas, los encurtidos y demás víveres para abastecer el estómago durante todo el año. Por supuesto, en esta casa de Sueca (Valencia) con más de un siglo de vida, no podía faltar el rebost (en valenciano). El edificio es ahora un restaurante con una carta gastronómica contemporánea e innovadora, pero eso no ha detenido al estudio de Borja García de cara a mantener el espíritu cotidiano de la casa. El truco ha sido buscar una visión actual de los materiales y los acabados más tradicionales.
De este modo ha logrado crear un espacio coherente con la propuesta gastronómica que acoge el local. Un ejemplo: “Los tradicionales platos valencianos que decoraban las paredes de las casas de nuestros abuelos han servido de inspiración en un ejercicio de abstracción hacia la sencillez, apareciendo desnudos y en blanco mate”, nos cuenta Borja García.
El edificio cuenta con una superficie de casi trescientos metros repartidos en tres plantas, las dos primeras para el restaurante y la tercera para la cocina y los servicios auxiliares. Su distribución es flexible. El hecho de que las mesas sean de diferentes tamaños y se puedan mover permite una gran variedad de usos. También está la celosía cerámica que articula las diferentes zonas y separa los espacios en todo el local.
El restaurante tiene una identidad muy marcada en base a dos puntos: la rotunda presencia de los materiales sinceros y su discreto cromatismo. Del primero cabe destacar que beben de los oficios artesanos. De ahí la presencia del mimbre, el barro y la cerámica.
En cuanto al color, por una parte está el lienzo blanco de microcemento que une diversos elementos del proyecto. Esto genera una coherencia global. Por otra parte, se ha optado por tomar los tonos tradicionales de la cerámica esmaltada “extrayéndolos e intercalando puntos de color”. De este modo “dibujan una sutil irregularidad en la constante repetición de la celosía”.
El interiorismo busca un ambiente fluido que siempre tiende hacia la luz. Por ejemplo, el acceso queda enmarcado por la iluminación que entra del exterior y se abre a un espacio amplio y diáfano. A partir de ahí una sucesión de filtros cerámicos permiten el paso de la luz mientras que acotan cada uno de los espacios que definen. Las mesas del piso superior, por su parte, van buscando el exterior pegándose a las ventanas y balcones.
En cuanto a los elementos tradicionales, han intentado preservar al máximo posible aquellos que se prestaban a ello como el gran portón de madera que permanece desde los orígenes de la edificación. Y cuando no ha sido posible se han intentado integrar como las baldosas hidráulicas rescatadas de los derribos de la zona, las cuales ahora aparecen en dos grandes mesas diseñadas para el proyecto.
Toda la iluminación del local se ha resuelto con unas lámparas diseñadas con la finalidad de unificar los espacios y resolver cada caso. En su elaboración ha participado un taller artesano de una población vecina.
En cuanto a la parte gráfica, se ha utilizado el concepto de la despensa en la imagen del proyecto. También se han inspirado en las ilustraciones clásicas de las enciclopedias. Este concepto se apoya también en una tipografía ligera, de palo seco y tendencia vertical con el lema ‘tasta el mediterrani’.

Para más información visiten: El RebostBorja García Studio
Vía: diarioDESIGN








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