viernes, 31 de octubre de 2014

Una ‘pelu’ como las de antes, en Morella – Castellón.



Para quien no lo conozca, Morella es uno de esos pueblos “de anuncio” de Navidad: casas de piedra, calles empedradas, soportales… La huella del tiempo no ha logrado transformar la mágica atmósfera de este enclave castellonense de la comarca dels Ports-Maestrat. En el marco de esta arquitectura histórica y bien preservada, el Estudio Vitale ha creado una coqueta peluquería jugando con materiales tradicionales. Un proyecto que demuestra honestidad y respeto por la herencia recibida, también de puertas para adentro.
El objetivo era, según el estudio de interiorismo, “crear un ambiente confortable, hogareño, natural, para todo tipo de públicos e integrado en el entorno”. Con estas premisas, Vitale ha reconvertido esta antigua casa solariega del centro histórico de Morella en esta peluquería de espíritu bucólico, tadicional y familiar.
La nueva peluquería Llorenç se ha proyectado con una estética acorde a la esencia de las construcciones locales, utilizando para ello materiales tradicionales. El local, de 40 m2, se ha adecuado de forma que está dotado de una cómoda zona de espera y el espacio se ha aprovechado al máximo para albergar tres puestos de corte y una zona para maquillaje. Aquí, el protagonista es un antiguo sillón de barbero Triumph, que ha sido restaurado.
El proyecto ha puesto un especial hincapié en solucionar una de las principales carencias del local: la escasez luz natural. Para ello, Vitale plantea una original solución: combinar una iluminación ambiental de lámparas de camerino en los los espejos con una iluminación puntual directa.
Todo el mobiliario ha sido realizado a medida en madera pino; tiene como elemento principal una estructura en espiga que actúa a modo de celosía para separar el mostrador de la zona de espera. Esta última se ha resuelto mediante un banco corrido que brinda espacio de almacenaje en su parte inferior.
Las zonas de corte y lavado se han planteado sin divisiones, para hacer posible que quedaran conectadas visualmente. Los puestos de corte quedan enmarcados por unos bastidores, también de madera de pino, que alojan varios cajones. La pared se reviste de azulejo biselado blanco brillo que acentúa esa imagen familiar y tradicional. El resultado es un negocio de estética campestre, luminoso, y tan austero como sincero.

Para más información visiten: Vitale 
Vía: diarioDESIGN











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